viernes, 12 de febrero de 2016

Precognición


Vas seguint el riu del temps,
vas buscant uns ulls valents,
un estímul real,
una llum lluny del teu cap,
algú que et dongi la mà.

(Sopa de Cabra "Exilis")







Bajo una luz tamizada por las hojas de los árboles, contemplaba de soslayo el rostro de aquella mujer, su cuerpo, sus manos… Mantenía  el oído atento, concentrada en las escasas frases que dirigía a su interlocutor a través del teléfono portátil,  tratando de evitar que su curiosidad resultara demasiado evidente. Era el suyo un interés que se ceñía a lo profesional. Aplicaba un método informal, fundamentado en la observación de ciertos indicios significativos  que le permitieran iluminar las zonas de sombra donde residían las claves de las que se alimentaban sus perfiles,  sus pronósticos. Lo que comenzó como una habilidad curiosa que se nutría de su carácter,  se había transformado en un modo de ganarse la vida, tal vez poco ortodoxo, en una técnica intangible y paradójica dotada de un elevado grado de fiabilidad y validez.

Tenía delante a una persona cuya expresión, a pesar de que le constaba su relativa juventud, había sito roturada por la vicisitud, que la había precipitado a un envejecimiento incipiente. Sus rasgos  denotaban un agostamiento vital, presidido por una hiperreflexividad mórbida que parecía suministrar combustible a una turbina, que tras centrifugar los problemas normales inherentes a toda vida, los retornaba transformados en problemas psicológicos, convirtiendo  cualquier contratiempo en algo angustioso e irresoluble. 

Ciertamente, no se la imaginaba…


Fue presentada en su primer año de universidad. Su mentor, un profesor auxiliar del cual ni siquiera era alumna, le explicó de modo sucinto lo que se esperaba de ella, y tras obtener su adhesión, que manifestó con una seguridad sin fisuras, como si toda su existencia anterior no hubiera sido más que una preparación para aquel momento, le reveló la norma esencial que debería presidir su labor en lo sucesivo: 

- No profundices, no analices, déjate llevar por tu intuición. Quiero tus primeras impresiones en bruto, sin elaboración. De doctos expertos que nos abruman con sus razonamientos circulares,  ya andamos sobrados.

Sin embargo, en contra de lo que pudiera pensarse, asumía su cometido como  una  gran responsabilidad, aunque nadie le pidiera cuenta por sus posibles errores, cuya tasa  se daba por asumida de antemano.

Un aspecto enturbiaba su vida: cada día le resultaba más difícil aplicar sobre los demás una mirada transparente, sin contaminar; ver más allá era inevitable.  Ciertamente, esta circunstancia le había permitido eludir no pocas complicaciones, pero a costa de una merma en su espontaneidad, de minimizar cualquier incertidumbre, de transitar por un páramo donde la emoción y la aventura no existían, abandonando tras de sí numerosas relaciones calcinadas que lanzaban sobre su conciencia, ahíta  de escepticismo, espesas columnas de humo...