viernes, 29 de mayo de 2015

Los Nadies




Sueñan las pulgas con comprarse un perro
y sueñan los nadies con salir de pobres,
que algún mágico día 
llueva de pronto la buena suerte,
que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer,
ni hoy, ni mañana, ni nunca,
ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte,
por mucho que los nadies la llamen
y aunque les pique la mano izquierda,
o se levanten con el pie derecho,
o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados,
corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos,
 rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal,
sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

              (Eduardo Galeano)

viernes, 22 de mayo de 2015

Tierra quemada

                          A Iratxe
    Solo

Mirarte y saber
que detrás de ese azul
todo está oscuro
porque hay estrellas
pero están lejos
o no dan
la luz que nos decían.
 

 (Jesús Gómez)













Contempló con extrañeza su fisonomía que,  a pesar de  no evidenciar cambios objetivos tras el tiempo transcurrido desde la última vez,  le resultaba ajena e irreconocible.

El polvo fino y gris que había levantado con sus pies al aproximarse, permanecía suspendido en el aire trazando caprichosas volutas.

La luz mortecina, filtrada por una capa de ceniza, otorgaba a la escena, que se desarrollaba  en penumbra, ribetes de ensueño.

Concentró la mirada en sus ojos, tratando de captar algún destello, quizá una breve señal. Tan solo  rítmicos parpadeos, separados por el marasmo, que velaban una mirada imperturbable, indiferente, de la que estaba ausente la emoción.

Tuvo un pálpito. Con una súbita determinación, dio media vuelta y comenzó a caminar para abandonar el lugar definitivamente. Atrapada por una ingravidez pegajosa, le pareció que apenas avanzaba. 

Creyó percibir algún movimiento,  una racha de aire gélido la traspasó, pero se obligó a no volver la cabeza. Tenía plena certeza de que tras de sí únicamente dejaba tierra quemada.


viernes, 15 de mayo de 2015

Luis Cernuda "Peregrino"







Peregrino


¿Volver? Vuelva el que tenga,
Tras largos años, tras un largo viaje,
Cansancio del camino y la codicia
De su tierra, su casa, sus amigos,
Del amor que al regreso fiel le espere.

Mas, ¿tú? ¿Volver? Regresar no piensas,
Sino seguir libre adelante,
Disponible por siempre, mozo o viejo,
Sin hijo que te busque, como a Ulises,
Sin Ítaca que aguarde y sin Penélope.

Sigue, sigue adelante y no regreses,
Fiel hasta el fin del camino y tu vida,
No eches de menos un destino más fácil,
Tus pies sobre la tierra antes no hollada,
Tus ojos frente a lo antes nunca visto.


(Luis Cernuda "Desolación de la Quimera" 1956-1962)

domingo, 10 de mayo de 2015

Era una mañana y abril sonreía

"Tiempo es el paso de nuestra conciencia 
por la eternidad" 

(Juan Ramón Jiménez)




En los siguientes versos quedan plasmadas  con belleza y sencillez algunas claves esenciales cuya asunción nos pone en el buen camino para dotar a la vida de cierto sentido y significado personal. Contienen, en unas pocas líneas, un destilado de sabiduría fundamental que hemos de repetirnos con frecuencia, como un mantra, sin bajar la guardia, atentos al hastío y a la desesperanza que siempre al acecho buscan su oportunidad para armar barreras y obstaculizar nuestros objetivos.

Así, con la lección aprendida, ayer nos lanzamos al mayo del Guadarrama un grupo de amigos, al encuentro de la alegría, sin esperar a que pase de largo por delante de nuestra puerta. Y puedo asegurar que nos encontramos con ella...





XLIII


Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella.

Como sonreía la rosa mañana
al sol del oriente abrí mi ventana;
y en mi triste alcoba penetró el oriente,
en canto de alondras, en risa de fuente
y en suave perfume de flora temprana.

Fue una tarde clara de melancolía.
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
de mi casa al viento... El viento traía
perfume de rosas, doblar de campanas...

Doblar de campanas, lejanas, llorosas,
suave de rosas aromado aliento...
...¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?

Pregunté a la tarde de abril que moría:
¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: la alegría
pasó por tu puerta -y luego sombría:-
pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.

(Antonio Machado)




viernes, 1 de mayo de 2015

Pinceladas




La madrugada se desvanecía cuando abandonó la ciudad a bordo del auto. Atravesó las desiertas avenidas saludada por la sonrisa de los semáforos. Por toda compañía un eco lejano de jazz. Los árboles, inundados de hojas, constataban con rotundidad el avance de la primavera. Acudía a una cita muy especial. Se trataba de un rito íntimo, una pequeña celebración con un significado muy personal. Alguien pudiera pensar que era irrelevante, pero ella no estaba para habladurías ni prejuicios.





Tras la larga marcha de aproximación, contemplaba con los ojos muy abiertos su ilusión materializada: rozar con las puntas de los dedos el tiempo e intentar por un breve lapso ralentizar su giro. Bajo un cielo lóbrego, el viento fino y punzante azotaba sus mejillas,  el agua de la laguna reflejaba los neveros de las cumbres; al fondo la lámina de agua se fundía con las nubes volanderas que ocultaban el valle, componiendo una estampa forjada con el material de los sueños. 







Notó frío cuando un súbito roción de aguanieve la traspasó. Llevaba demasiado tiempo detenida, tratando de impregnarse de sensaciones, piel con piel abrazada con aquella estampa invernal. 




Inició el regreso acompasando su marcha a la cadencia de su ánimo exultante. 

Habría otros inviernos, pero cada instante vivido siempre se constituye en una esencia irrepetible. Ella, con plena deliberación y entrega absoluta, intentaba dotar a cada momento de significación, insuflándole vida, en pugna con el tedio fertilizado por una sociedad que hace de lo anodino y lo inane bandera. Era una búsqueda, modesta en sus medios, enormemente ambiciosa en sus fines, que no tendría término mientras le quedara aliento...