lunes, 29 de diciembre de 2014

Pinar solemne del Guadarrama






¡ Pinar gallardo que junto al río
oyes en linfa cantar tu fama;
pinar serrano, pinar bravío,
pinar solemne del Guadarrama!

¡ Pinar de corzos y peñascales,
pinar de abruptos despeñaderos,
pinar de helechos y manantiales,
pinar de sendas y ventisqueros!

Oír le brindas a tus debotos
de un gran silencio la maravilla...
Desde las Navas hasta los Cotos
y en los collados de Cercedilla.

Innumerable fuentina clara,
que las enhiestas cimas esquiva...
¡Vertebraciones de Peñalara,
de Siete Picos y Marichiva!

¡Mar de los pinos majestuoso,
eres del verde la sinfonía
en las Revueltas y en el Ventoso
y en los declives de la Fonfría!

Pinar gallardo que oyes al río,
sin vanidades cantar tu fama!
¡Pinar serrano! ¡Pinar bravío!
¡Pinar solemne del Guadarrama!


Luis Andrés Hernández González (Canciones de la Mañana, 1929)






jueves, 25 de diciembre de 2014

Gabriela Mistral




Pedazo a pedazo, la montaña es sorprendente; pero lo más querido de cuanto ella nos regala son su manera de luz y su manera de aire . . . Y vine a entender cuando viví sin ellas, que aquella luz no solamente orna un valle, sino que nutre a las criaturas y que aquel aire generoso y seco acicatea al pesado y al vivo lo pone en una vibración prodigiosa.

 (Gabriela Mistral)


La urna de la atmósfera, en que las cosas parecen guardadas para durar, estando más desnudas que en ninguna parte, aproxima la montaña y hace unos juegos prestidigitadores con la distancia; la maravilla está ahí, a una jornada, y se cree tocarle las grescas del lomo y las quiebras del casco crinado. No hay tal; los costurones, las arruguitas que se miran desde abajo, son unas serranías de recorrer en meses y unos valles mayores que el nuestro. La luz acérrima, que le confiesa todos los accidentes y la recorta con una brutalidad gloriosa, nos permite creer a los del valle, que vivimos entre sus pechos y que vivimos siempre a sus pies, o más debajo de ellos, pues al cabo están bien escondidos al igual que los pies de las vírgenes, cuyo manto arrastra.

 (Gabriela Mistral)

viernes, 19 de diciembre de 2014

El viento que impulsa la vida

Umbrío por la pena, casi bruno,
porque la pena tizna cuando estalla,
donde yo me hallo no se halla
hombre más apenado que ninguno.

Sobre la pena duermo solo y uno,
pena es mi paz y pena mi batalla,
perro que ni me deja ni se calla,
siempre a su dueño fiel, pero importuno.

Cardos y penas llevo por corona,
cardos y penas siembran sus leopardos,
y no me dejan bueno hueso alguno.

No podrá con la pena mi persona,
rodeada de penas y cardos,
¡cuánto penar para morirse uno!

(Miguel Hernández)




Avanzaban en silencio sobre las dunas de nieve que la ventisca  había formado a su capricho.  Atravesaron el bosque con la ilusión desbordada por recibir un nuevo invierno, paladeando el privilegio de estar vivos, de sentir el frío acerado sobre el rostro, envueltos por una prístina quietud rasgada tan solo por sus propios pasos. Bajo la atmósfera límpida del amanecer contemplaban, entre la expectación y la sorpresa, cada detalle de la orografía, a cuyos contornos el reciente nevazo otorgaba una dimensión inédita y sublime.

La marcha se prolongó hasta bien entrada la mañana. Coronaban ya la solitaria cima desde la que se dominaba, en cualquier dirección, un amplio panorama. Al fondo se elevaba una columna de humo que procedía del pequeño chozo ubicado en la cumbre. Cruzaron sus miradas y con un gesto de asentimiento aceleraron el paso para culminar la subida.

Se aproximaron a la entrada, percibiendo ya desde el exterior la animación que reinaba en el refugio. Al abrir la puerta, el bullicio cesó súbitamente, reanudándose de inmediato, como una pieza musical tras un breve silencio. Se acomodaron mientras   respondían a los  saludos de los compañeros, que entre bromas y parabienes  les ofrecían algo de bebida, y algún alimento.




El grupo, reunido un año más al calor de la chimenea, compartía unas pocas claves inefables, un sentimiento tácito, suficiente para  elevar un suceso circunstancial  al rango de impulso vital. 




Ainara observó brevemente el cielo rutilante a través de la pequeña ventana, mientras degustaba el sabor rotundo del licor que le habían servido. Después cerró los ojos para escuchar en su interior con atención.  Ahora, el reverbero obsesivo de los sonidos de la ciudad, la vorágine semejante a la distorsión sucia producida por una  guitarra eléctrica, el zumbido inquietante que siempre la perseguía, había quedado muy lejos, como perteneciente a una vida remota, apenas un murmullo imperceptible a punto de diluirse, al fin, por completo. En su mente el viento  que impulsa la vida, propicio, comenzaba a soplar con fuerza...








Y que yo me la lleve al río
creyendo que era mozuela,
pero tenía marido.
Fue la noche de Santiago
y casi por compromiso.
Se apagaron los faroles
y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas
toqué sus pechos dormidos,
y se me abrieron de pronto
como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua me
sonaba en el oído,
como una pieza de seda
rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas
los árboles han crecido,
y un horizonte de perros
ladra muy lejos del río.

Pasadas las zarzamoras,
los juncos y los espinos,
bajo su mata de pelo
hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata.
Ella se quitó el vestido.
Yo el cinturón con revólver.
Ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas
tienen el cutis tan fino,
ni los cristales con luna
relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban
como peces sorprendidos,
la mitad llenos de lumbre,
la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí
el mejor de los caminos,
montado en potra de nácar
sin bridas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre,
las cosas que ella me dijo.
La luz del entendimiento
me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena,
yo me la lleve del río.
Con el aire se batían las
espadas de los lirios.

Me porté como quien soy.
Como un gitano legítimo.
La regalé un costurero
grande de raso pajizo,
y no quise enamorarme
porque teniendo marido
me dijo que era mozuela
cuando la llevaba al río.


(Federico García Lorca, La casada infiel)

viernes, 12 de diciembre de 2014

Pensamientos al aire





Con frecuencia, los celajes nublados y brumosos, sacándola del adusto sosiego resplandeciente, adormecido, en que suele mostrarse a pleno sol, al mediodía, simulan pensamientos enigmáticos que pasan por las rocas, haciendo su expresión más interesante. Sin llegar nunca a la heroica melancolía del Pirineo [...], la sierra carpetana se pone entonces pensativa [...].

(Constancio Bernaldo de Quirós, 1923)





viernes, 5 de diciembre de 2014

Escepticismo





Se demoró unos instantes en la contemplación de aquel rostro, repasó con detenimiento sus rasgos a la búsqueda de referencias, tratando de vislumbrar  una orografía conocida que le permitiera ubicarse.

Descubrió la dureza en la expresión, una mirada reconcentrada y retadora, el tajo de la voz seca que tras arrojar una andanada de palabras lacerantes, no aflojaba ni un ápice su tensión. Tras su escrutinio no halló rastro del tiempo de los océanos abiertos, de los cielos inmensos, únicamente una noche cerrada, plúmbea y eterna. 
 
No hubo sorpresa, solo el escepticismo que constituía su misma esencia y un cansancio infinito...



sábado, 29 de noviembre de 2014

El Yelmo





Cuando el sol va declinando [....] las agujas de la Pedriza semejan, desde Madrid, llamas de una hoguera inmensa, en cuya parte central y eminente, una forma rotunda, donde el sol rebrilla como en un espejo, contrasta con el agitado flamear de las cresterías circundantes. Esa peña rotunda es la Peña del Yelmo o del Diezmo, como dice también la gente del país. En los días claros de invierno, hasta en aquellos que más desfiguran las tracerías de la montaña las masas de nieve, la inmensa cúpula del Yelmo destácase por su esférica rotundidad, siendo esta peña y el pico de La Maliciosa los dos más terminantes rasgos del Guadarrama con que el madrileño contemplador del paisaje augusto de la Sierra se familiariza antes.

(Francisco Alcántara,  publicado en el diario "El Sol"  el 28 de abril de 1922).






sábado, 22 de noviembre de 2014

Lenitivos






La Sierra devuelve en energía y salud el esfuerzo gastado en conocerla.

Constancio Bernaldo de Quirós

 ("Guía Alpina del Guadarrama", 1909).






Extrajo de su mochila una reciente edición facsímil de "La Pedriza del Real De Manzanares", un clásico de Constancio Bernaldo de Quirós publicado en 1922 que siempre portaba encima, y concentró su atención en el fragmento final del prólogo que, como un íntimo y simbólico ritual, siempre le agradaba releer al concluir sus recorridos. En él  su autor justifica lo apropiado de su presentación en formato de bolsillo "puesto que se destina a que sus copias sean llevadas al lugar mismo que constituye su asunto y leídas a la vista de los heroicos paisajes pedriceños, en pleno aire libre y bajo la ruda intemperie de su ambiente, tan violento en la caricia como en el zarpazo, o en el interior del querido "Albergue Giner", que muestra desde su amplia ventana todo el panorama del impresionante Circo de La Pedriza Posterior, invitando a la osadía de las escaladas".



Levantó la vista del libro y paseó la mirada por las irreales formas pétreas que la circundaban: moles rocosas en inverosímil equilibrio, los estrechos pasadizos que había atravesado reptando, callejones alambicados tras los que siempre se ocultaba alguna grata sorpresa, caprichosas figuras de enigmática toponimia (La Bola de los Navajuelos, El Torro, La Pared de Santillana...) entreveradas  con la mancha áurea de la otoñada en sazón. 




Conectó el reproductor mp3, y arropada por la luminosa trompeta de Lew Soloff escogió un pasaje al azar que comenzó a leer con fruición.





La música, los libros, un paisaje, la armonía de su cuerpo vibrando en pleno esfuerzo: lenitivos en los que buscar refugio frente a una sociedad ramplona y asfixiante cuya iniquidad  se le mostraba esplendorosa bajo el potente foco de su propia lucidez... 


viernes, 14 de noviembre de 2014

Saltar



"Más arriba, por encima de esta línea menos negra, aparece ya,  cerrando en definitiva el  horizonte, el telón azul del Guadarrama, con sus cresterías nevadas, nítidas, luminosas, irradiadoras...”
                                                                                  (Azorín)








Saltar por las veredas
y sentir que estamos vivos,
al  ritmo de los pulsos atrapar el tiempo,
que el agua fría del otoño nos empape.

Abrir mucho los ojos y retener cada instante,
respirar hondo el aire que nos alienta.

Y el placer de arrancarle un día más a la garra que acecha, girar el rostro,  componer una mueca burlona y decir: hoy tampoco será...





viernes, 7 de noviembre de 2014

La víspera del infinito





Una madrugada, hace unos cuantos meses, barriendo las frecuencias de la radio el azar me llevó a descubrir un programa cuyo planteamiento inmediatamente me atrapó. Desde entonces ha cambiado en alguna ocasión el día y el horario de emisión;  actualmente sale al aire los sábados de 6 a 7 h. Aprovechando las ventajas de la tecnología me he descargado todas las emisiones disponibles en el podcast para paladearlas y disfrutarlas con comodidad. 

Hablo de "La víspera del infinito", presentado por Alejandro Alcalde en rne.  Este espacio radiofónico me entusiasma ya que abarca numerosos ámbitos que me interesan: la música, la literatura, el cine, la semblanza de muy diferentes personas, la historia, la filosofía...  "La víspera" puede comenzar presentando una novela cuyo título coincide con el de un tema de rock, que podría basarse en una poesía, que quizá inspiró una película en la que se planteaba una circunstancia interesante cuyo protagonista es un actor del que se nos ofrece su biografía,  o cuyo director nació en cierto país, en el cual existe una estatua con una inscripción... O cualquier otra combinación que podamos imaginar. En definitiva una sucesión de sorprendentes encadenamientos en los que todo es posible.

Aunque el programa admite una escucha digamos "pasiva", y ya se disfruta de este modo, es tal el caudal de sus aportaciones que resulta altamente recomendable  tener cerca un bloc y un bolígrafo para tomar nota de las referencias de toda índole que van surgiendo. En este apasionante viaje descubriremos novelistas, poetas, músicas de todos los estilos, países, sucesos... En definitiva ideas que nos abrirán nuevos territorios por explorar.

La madrugada, la voz de Alejandro Alcalde,  la ambientación musical... Un viaje sugestivo y evocador que os invito a realizar:


http://www.rtve.es/alacarta/audios/la-vispera-del-infinito/



Post scríptum: hace casi dos meses que, a pesar de que "La víspera" continúa emitiéndose, no cuelgan los podcast. Me he puesto en contacto con "Rtve" y me informan que desde esa fecha están reponiendo programas anteriores, es decir que todos están ya disponibles en la web.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Cruce de caminos



No hi ha present, 
tots els camins són records o preguntes.

Miquel Martí y Pol (del poema "De mi en sé poca cosa...")





Inspiró con lentitud,  profundamente, tomándose su tiempo. Los ojos cerrados, la atención reconcentrada, los sentidos alerta.

En la penumbra la acompañaba una melodía familiar, un tanto plana y pálida debido a la mínima reverberación que imprimía el recinto al sonido.

Entreabrió los labios, el aire leve abandonaba su cuerpo. Sin solución de continuidad, tuvo la impresión de que una suave y agradable corriente eléctrica recorría la superficie de su piel, apenas un breve cosquilleo que le erizó el vello.

Dirigió la mirada hacia la zona acristalada y realizó la seña convenida. Tras la mampara, una figura en cuyo rostro se reflejaban tenues resplandores intermitentes, alzó el puño cerrado, desplegó un dedo, y después otro, componiendo una especie de uve.

La música cesó súbitamente; el piloto se iluminó. Visualizó, fugaz en su imaginación, el instante de lanzarse al vacío en paracaídas desde la Cessna Skyline del club.

Escuchó su propia voz, con extrañeza, casi con sorpresa, como si le fuera ajena:

- Bienvenidos a "Cruce de caminos"...

Sus músculos se destensaron. Sintió su respiración acompasada despejando el camino a la comunicación fluida.

Tiempo evanescente,  palabras lanzadas al aire, presencias intuidas, la seducción de la madrugada, de nuevo...
















miércoles, 29 de octubre de 2014

Movimiento y vida

"Nuestra naturaleza reside en el movimiento; la calma completa es la muerte".


Pascal "Pensamientos"





“Sobre todo, no pierdas tu deseo de caminar: yo mismo camino diariamente hasta alcanzar un estado de bienestar y al hacerlo me alejo de toda enfermedad. Caminando he tomado contacto con mis mejores ideas, y no conozco ningún pensamiento cuya naturaleza sea tan abrumadora como para que uno no pueda distanciarse de él andando… Pero cuando te quedas quieto, y cuanto más te quedas quieto, más próximo estás a sentirte enfermo… De modo que si caminas sin parar, todo te saldrá bien”.

Soren Kierkegaard




"Nuestras maltratadas maletas se amontonaban sobre la acera de nuevo; nos quedaban largos caminos por recorrer. Pero no importa, el camino es vida".

 Jack Kerouac



"La nostalgia del hogar es un sentimiento del que muchos saben y se quejan; yo, por el contrario, sufro de un dolor menos conocido, y su nombre es nostalgia del afuera. Cuando la nieve se derrite, las cigüeñas llegan y los primeros barcos de vapor zarpan, me asalta la punzante comezón de partir".

 Hans Christian Andersen



“Deja tu casa. Ve solo. Viaja ligero. Lleva un mapa. Ve por tierra. Cruza a pie la frontera. Escribe un diario. Lee una novela sin relación con el lugar en el que estés. Evita usar el móvil. Haz algún amigo".

 Paul Theroux



 “¿Por qué la vida humana no acabará como los otoños de África, con un cielo claro y vientos tibios, sin decrepitud ni presentimientos?”.


  Eugène Fromentin







"Para esta dolencia (la melancolía) no hay nada mejor que cambiar de aire, que vagabundear en una y otra dirección, como aquellos zalmohenses tártaros que viven en hordas y que aprovechan la oportunidad de disfrutar de tiempos, lugares, estaciones."

 Robert Burton










miércoles, 22 de octubre de 2014

Alienación






Existencias sin derrotero, inanes,
surcando un inmenso espacio, árido y desierto.

Miradas hipnóticas que se reflejan
en el pálido resplandor de los móviles.

Ninguna señal que los guíe
emiten las pantallas.

Vanas respuestas,
ante la ausencia de preguntas.

Alienación y vacuidad.

Mutan los tiempos, 
permanecen las incertidumbres…





jueves, 16 de octubre de 2014

Así empieza lo malo...




Es probable [...] que mirara a su alrededor un rato para acostumbrarse al lugar frondoso que sería el último oscurecido [...].

Dentro de nada dejaré de pertenecer a los necios e incompletos vivos y seré como nieve que cae y no cuaja, como lagartija que trepa por una soleada tapia en verano y se detiene un instante ante el perezoso ojo que no va a registrarla. Seré lo que fue, y que al no ser más, ya no ha sido. Seré un susurro inaudible, una fiebre pasajera y leve, un rasguño al que no se hace caso y que se cerrará en seguida. Es decir, seré tiempo, lo que jamás se ha visto, ni puede nunca ver nadie.

[...]

Tal vez su pensamiento último, a la carrera, fue más breve y más sencillo y se pareció mucho a este: "Así empieza lo malo y lo peor queda atrás".


Javier Marías "Así empieza lo malo" (2014)



Los fragmentos anteriores constituyen las reflexiones de una mujer instantes antes de consumar su suicidio así como las hipótesis que elabora el narrador acerca de cuáles pudieran ser los últimos pensamientos que atravesaran su mente en tan crucial y definitiva situación.

Al margen del contexto de la novela a la que pertenecen, el párrafo central que se reproduce me ha cautivado de manera especial durante la lectura de la obra de Javier Marías por constituir, a mi juicio,  una bella imagen de una vida, de cualquier vida, en este caso a punto de finalizar. 

Estas líneas me han llevado a evocar el concepto de sobriedad, implícito en el texto y que contrasta con nuestra realidad cotidiana, poblada por demasiados individuos fatuos, endiosados y engreídos que, a pesar de su irrelevancia, siembran el infortunio en las vidas de tantas personas sobre las que ejercen su maligno influjo, arrogándose unos atributos de los que carecen.

El cuadro reproducido más arriba  simboliza para mí lo expresado en el texto de Javier Marías: el hombre efímero,  frente las montañas y los hielos que lo trascienden...



domingo, 12 de octubre de 2014

2039

Contempló el enorme rostro. Le había costado cuarenta años saber qué clase de sonrisa era aquella oculta bajo el bigote negro. ¡ Qué cruel e inútil incomprensión !  ¡ Qué tozudez la suya exilándose a sí mismo de aquel corazón amante ! Dos lágrimas, perfumadas de ginebra,  le resbalaron por las mejillas.  Pero ya todo estaba arreglado, todo alcanzaba la perfección, la lucha había terminado. Se había vencido a sí mismo definitivamente. Amaba al Gran Hermano.

George Orwell "1984" (1948)



La televisión funciona siempre
nos proyecta un mundo irreal
nos hace olvidar la verdad de las calles
bendita televisión
santa televisión
querida televisión...

[...]

La tele no descansa
la tele te vigila
la tele es nuestra amiga [...]

Topo "Vallecas 1996" (1978)





El led comenzó a parpadear con apresurada cadencia y un monocorde zumbido se extendió por la habitación. Gina se dirigió al buzón, presionó el pulsador y observó la trampilla que se elevaba lentamente. Tomó con ambas manos el paquete depositado en el que destacaba, brillante, la estampación con el sello del Ministerio de Homogeneización Social que ocupaba la zona destinada al remitente.

Presa de la impaciencia, abrió el envoltorio y extrajo el contenido. De inmediato su proyector holográfico, situado en el centro de la sala, se activó. Dirigió la mirada hacia él. Una joven con el familiar uniforme azul, se materializó en la confluencia de los haces láser:

- ¡Hola, Gina! En nombre del Gobierno te doy la bienvenida al Programa de Inserción Social para mayores de 35 años.  Una vez  finalizado tu periodo de servicio profesional obligatorio, se inicia una nueva etapa en tu vida, en cuyos primeros pasos te voy a acompañar.

- El protocolo es muy sencillo: mensualmente recibirás un envase con 60 comprimidos de ataraxim, "el bienestar vestido de color rosa".  Deberás tomar uno por la mañana y otro por la noche. Es muy importante que mantengas la pauta prescrita. Asimismo se te suministrará un complejo minero-vitamínico y los alimentos liofilizados que precises.






- Ahora, ajústate tu nuevo visor de realidad virtual. 



Gina obedeció y se sujetó con la correa elástica el artilugio, similar a una máscara de buceo que tuviera la lente ahumada.

- Su funcionamiento es muy intuitivo. Únicamente tienes que concentrarte unos instantes y pensar qué actividad quieres desarrollar. De este modo se activará  de manera automática. Vamos a realizar una prueba. Antes has de saber que algunas personas experimentan durante los primeros ensayos ciertas dificultades para mantenerse en un marco y saltan sin control de una situación a otra, así como algunos efectos secundarios transitorios causados por la exposición a la hiperrealidad, por lo que te sugiero que al principio, hasta que te acostumbres y adquieras práctica, las sesiones sean breves y espaciadas.

- ¿Preparada?

Gina imaginó el parque de su barrio. De inmediato se encontró inmersa en uno de los paseos centrales. Los árboles formaban una bóveda que tamizaba la luz del sol. Percibió el olor jugoso de la vegetación húmeda y la temperatura agradable. Comenzó a caminar notando la tierra húmeda bajo sus suelas. Le llegaban los ecos lejanos de las voces de los niños que jugaban en la zona infantil ...

Entusiasmada por el realismo de las percepciones, evocó el día en que asistió al concierto de Slaves.

Repentinamente, sin  transición, se encontró frente a un inmenso escenario bañado por proyectores multicolor. El humo brotaba de los cañones, comenzaban a sonar los primeros acordes de la música. Tras una cegadora explosión de luz, los componentes del grupo aparecieron tras la niebla, y el sonido, potente y nítido, se adueñó del estadio. La multitud enfervorecida, alzaba las manos... 

- ¡ Basta ! Gritó la emisaria gubernamental.

Gina se sobresaltó. Súbito silencio. Oscuridad.

- Retírate el visor. Únicamente era una prueba.

Gina obedeció.

- ¿Qué tal?

- Impresionante.

- Magnífico. Ahora, tienes un mundo de posibilidades en tus manos. No te preocupes por nada. El "Escrutador Central" supervisa tus acciones y te advertirá si ejecutas acciones no permitidas. Por supuesto, tu intimidad está a salvo; el "escruta" es un sistema informático inteligente, respetuoso con tus derechos constitucionales. 

- Solo me resta desearte, en nombre del Gobierno, que este periodo que hoy inicias te resulte venturoso. ¡ Hasta la vista, Gina!

La imagen se desvaneció con un precioso efecto visual, deshaciéndose en una miríada de puntitos brillantes.

Gina, se sirvió un vaso de agua e ingirió el primero de los comprimidos, seguidamente se sentó en su sillón de masaje,  cerró los ojos y pensó en lo afortunada que era, en el prometedor futuro que vislumbraba...

En el exterior todavía humeaban los rescoldos de las hogueras que, a modo de barricada, habían prendido en la Gran Vía los proscritos. Las unidades de seguridad, rasgando la noche con sus sirenas, patrullaban los alrededores a la caza de los inadaptados que osaban violar el toque de queda.

Gina tomo el teclado y conectó con sus amigos virtuales para charlar un rato, quizá para invitarles a compartir unas copas, tal vez a dar una vuelta tras sincronizar sus visores...


domingo, 5 de octubre de 2014

Colores





De pronto apareció sobre las largas nubes azules una estría roja, el horizonte se iluminó con resplandores de fuego, y por encima de las lejanas montañas el disco del sol miró a la tierra y la cubrió con la gloria y la magnificencia de los rayos de su inyectada pupila. Los montes tomaron colores: el sol brilló en la superficie terca y sin olas de la laguna.

(Pío Baroja, "Camino de perfección", 1902)


Colores

Has visto amanecer
el páramo en León,
la bruma gris
y un viejo caserón.

Has visto romper las olas
contra el dique de Gijón,
sentir la fuerza del mar 
a tu alrededor.

¿ Te has parado alguna vez a ver
los colores que estallan en Madrid,
cuando al salir del metro en una tarde otoñal
el sol se va ?

La mancha es de un color
que no puedo explicar,
mitad magia, mitad desolación.

Andalucía duerme, en sábanas de cal,
el triste sueño de la soleá.

¿Y del Mediterráneo qué?
¿A quién no le enciende su color?
Siempre habrá un sitio en tu puerto,
siempre el hijo predilecto del gran padre sol.

Son los colores que me hacen sentir bien,
[...]
son los colores que nos hacen sentir bien...


(Del disco de TOPO  "Marea negra", 1982)



Los colores de uno de nuestros inolvidables amaneceres. Son instantes que siempre buscamos con ahínco. Su evocación nos insufla aliento y fortaleza en los momentos grises y anodinos: demasiados días malgastados en cuestiones irrelevantes, en esta sociedad a la deriva.




(Agosto de 2010)


martes, 30 de septiembre de 2014

Tempo

Aquella tierra lejana e inundada de sol daba la sensación de un mar espeso y turbio; y un mar también, pero mar azul y transparente, parecía el cielo, y sus blancas nubes eran blancas espumas agitadas en inquieto ir y venir: tan pronto escuadrón salvaje, como manadas de tritones melenudos y rampantes. 

 (Pío Baroja, "Camino de perfección, 1902)








Turbina frenética que ataca notas cada vez más altas:
disonancia furiosa y ávida que comprime el territorio vital,
aniquila los sentimientos, las esperanzas...

Rebelarse: no asumir una existencia deslavazada.

Escapar del tráfago: aliento helado que cerca 
y asola el motor de las ilusiones.

Abrazar la cadencia del tempo telúrico,
paladear la contemplación del lento pero inexorable cambio.

Explorar significados propios,
burlar la galerna, una vez más…






jueves, 25 de septiembre de 2014

Evocación


Si nos concentramos en la lectura de los siguientes párrafos, casi nos sentiremos como si realmente estuviéramos allí... Así, evocando los paisajes donde vivimos con plenitud, entretendremos la espera hasta que llegue el día de nuestra próxima salida.





A veces cruzaban por bosques, entre grandes árboles secos, caídos, de color blanco, cuyas retorcidas ramas parecían brazos de un atormentado o tentáculos de un pulpo. Comenzaba a caer la tarde. Rendidos, se tendieron en el suelo. A su lado corría un torrente, saltando, cayendo desde grandes alturas como cinta de plata; pasaban nubes blancas por el cielo, y se agrupaban formando montes coronados de nieve y de púrpura; a lo lejos nubes grises e inmóviles parecían islas perdidas en el mar del espacio con sus playas desiertas. Los montes que enfrente cerraban el valle tenían un color violáceo con manchas verdes de las praderas; por encima de ellos brotaban nubes con encendidos núcleos fundidos por el sol al rojo blanco. De las laderas subían hacia las cumbres, trepando, escalando los riscos, jirones de espesa niebla que cambiaban de forma, y, al encontrar una oquedad, hacían allí su nido y se amontonaban unos sobre otros.

- A mí, esos montes - murmuró Ossorio - no me dan idea de que sean verdad; me parece que están pintados, que eso es una decoración de teatro [...]

- Para mí, esos montes -dijo Schultze- son Dios.

Comenzó a anochecer.

- ¿Qué hacemos? ¿Subimos más? ¿Vamos a ver si encontramos esa laguna?

- Vamos.

Anochecido, llegaron a la laguna, y anduvieron reconociendo los alrededores por todas partes a ver si encontraban alguna cueva o socavón donde meterse. Era aquello un verdadero páramo, lleno de piedras, desabrigado; el viento, muy frío, azotaba allí con violencia [...]



Se marchó el alemán y Ossorio quedó allá envuelto en la manta, contemplando el paisaje a la vaga luz de las estrellas. Era un paisaje extraño, un paisaje cósmico, algo como un lugar de planeta inhabitado, de la Tierra en las edades geológicas del icthiosauros y plesiosauros. En la superficie de la laguna, larga y estrecha, no se movía ni una onda; en su seno, oscuro, insondable, brillaban dormidas miles de estrellas. La orilla, quebrada e irregular, no tenía a sus lados ni arbustos, ni matas; estaba desnuda.

En la cima de un monte lejano se columbraba la luz de la hoguera de algunos pastores.

Pío Baroja (Camino de perfección, 1902)

domingo, 21 de septiembre de 2014

La mirada de Pío Baroja



.


Muralla del Guadarrama,
cielo azul, resplandeciente,
aire de tarde, relente,
viento que silba y que brama,
olor de jara y retama,
de tomillo y de romero;
montes de color de acero,
ceñuda tranquilidad,
reposo, serenidad,
lento anochecer severo.

(Pío Baroja, "Canciones del suburbio", 1944)



[...] Una ingente montaña, cubierta en su falda de retamares y jarales florecidos, se levantaba ante ellos; brotaba sola, separada de otras muchas, desde el fondo de una cóncava hondonada, y al subir y ascender enhiesta, las plantas iban escaseando en su superficie, y terminaba en su parte alta aquella mole de granito como muralla lisa o peñón tajado y desnudo, coronado en la cumbre por multitud de riscos de afiladas aristas, de pedruscos rotos y de agujas delgadas como chapiteles de una catedral.




En lo hondo del valle, al pie de la montaña, veíanse por todas partes grandes piedras esparcidas y rotas, como si hubieran sido rajadas a martillazos; los titanes, constructores de aquel paredón ciclópeo, habían dejado abandonados en la tierra los bloques que no les sirvieron. 






Sólo algunos pinos escalaban, bordeando torrenteras y barrancos, la cima de la montaña.

Por encima de ella, nubes algodonosas, de una blancura deslumbrante, pasaban con rapidez. [...]


(Pío Baroja, "Camino de perfección" 1902)