viernes, 27 de febrero de 2015

Compartimentos vitales








Sucesos propicios o adversos,
surcan la corriente del azar:
realidad enmarañada y caótica.
  
La preocupación, siempre absoluta,
magnifica el infortunio transitorio,
lo convierte en universal.

Abstraerse, compartimentar los avatares,
aciagos o faustos, relativizarlos.
Vivir en el estrecho presente,
único punto en el que hacer pie…


sábado, 21 de febrero de 2015

La Eudemonología de Schopenhauer





Lo que uno tiene por sí mismo, lo que le acompaña en la soledad sin que nadie se lo pueda dar o quitar, esto es mucho más importante que todo lo que posee o lo que es a los ojos de los otros.


La personalidad  acompaña a uno por doquier y en cualquier momento; su valor es absoluto y no relativo como (el de) los otros dos componentes.

Arthur Schopenhauer

jueves, 12 de febrero de 2015

Pensamientos al compás de jazz

Hombro contra hombro luchando en este mar
Y a remar, a remar
Llantos y alegrías que puedas entonar
Y a remar, a remar
Veo en tu mirada una tempestad
Siento que no hay límite, ni fin ni condición
Declarado en rebeldía con autoridad
Rostros empapados en determinación
Naipes sin marcar sobre el tablón
Vasos que al chocar vierten licor
Emboca el silencio, sigila tu verdad
Y a remar, a remar
Antes del asalto aguarda la señal
Y a remar, a remar
Leo en la constancia la oportunidad
Pienso que no hay índice, ni guía ni patrón
Proclamando la valía con identidad
Fuerzas que se unen en libre comunión
Por la borda irá la decepción
Vasos que al chocar vierten licor
Rema, rema...

Rosendo "A remar" (Verguenza Torera, 2013)





La  cinta de asfalto, ante un sol retraído, se proyectaba sobre un punto de fuga convergente con un horizonte de montañas cristalizadas por el invierno. El lirismo oscuro, melancólico y dulce del fiscorno de  Kenny Wheeler se fundía con el zumbido tenue del motor, que ejercía como una mecánica línea de bajo, conformando una inaudita sincronía. A ambos lados del vehículo los campos de tierra ocre,  cubiertos por amplias manchas depositadas tras la reciente nevada, se sucedían sumidos en su sueño glacial, interrumpidos ocasionalmente por matorrales bravíos y algunas hileras de pinos que el contraste cromático tornaba foscos.

Conducir a través de la solitaria carretera secundaria, protegida por el ambiente confortable del habitáculo y acompañada por la música, le proporcionaba un grato y primigenio bienestar, acentuado al constatar en el panel de instrumentos que la temperatura exterior rondaba los 9 grados bajo cero.

Se esparcían las notas de “The long waiting”. Ella no esperaba nada. No era desesperanza. Sencillamente, su travesía vital, la reflexión personal y la observación atenta de lo cotidiano, todo un cúmulo de señales iluminado por el reflector de sus conocimientos,  le habían marcado una vía juiciosa que transitaba hacia el mantenimiento de un equilibrio cuya esencia era la inestabilidad: constituir el mundo a partir de la propia experiencia  y dotarlo de significado, buscar el sentido de los actos humanos. Tomar el timón, no dar crédito a las habladurías, estar en el uso de la palabra…

Comenzaba a sonar “Jigsaw”. Rompecabezas. Atender de manera morbosa a los propios pensamientos, pensar demasiado en sí mismo,  de modo improductivo, obsesivo:  la hiperreflexividad; en expresión coloquial romperse la cabeza: un terreno minado, abonado para el infortunio. Un proceloso océano donde  tantos braceaban intentando mantenerse a flote…

El camino empezó a inclinarse y a trazar algunas curvas.  Vislumbró al fondo vagos signos que anunciaban la proximidad de un núcleo habitado, como si la escena tras el parabrisas, antes límpida, perdiera su pureza sucumbiendo bajo los efectos de algún extraño elemento vitriólico. Un redoble de la caja, acompasado con el sonido del motor al reducir marchas, la batería enérgica, casi marcial, introdujo los acordes de “Sly Eyes”. Los ojos astutos, la mirada afilada para evitar el paso en falso, para eludir los prejuicios que siempre acechan revestidos de buenas intenciones, para perseverar...




La música cesó, y con ella el fluir de ideas volanderas al compás de jazz. Sintió las piernas entumecidas, y una punzada de hambre. Conectó el intermitente mientras barría el aparcamiento buscando un lugar para estacionar junto a la pequeña gasolinera que  había emergido al coronar la subida.

En el corto trayecto hasta la cafetería  el frío intenso le resultó vivificante. El local era acogedor. Ocupó un sitio libre en la barra.


Mientras esperaba a que la atendieran, se entretuvo contemplando a las personas que se encontraban en el establecimiento, tejiendo aventuradas hipótesis que construía sobre impresiones e intuiciones acerca de sus circunstancias, un pasatiempo que ejercitaba con constancia.

 Nuevamente a bordo, subió el volumen, “Pretty Liddle Waltz” un bonito vals, evocador, con amplios espacios abiertos en su estructura por los que se colaban los solos e improvisaciones de los músicos, como la pista por la que circulaba dispuesta a que la vida la sorprendiera…


viernes, 6 de febrero de 2015

Michael Connelly





"Dichoso aquel que halla solaz en sí mismo"





"Saqué el saxofón de su funda y lo coloqué en posición, preparado para tocar. Siempre empezábamos cada lección, conmigo tratando de interpretar Lullaby, una canción de George Cables que había oído por primera vez en un disco de Frank Morgan. Era una balada lenta y fácil de tocar para mí. Pero también una composición maravillosa. Era triste y categórica y levanta el ánimo, todo al mismo tiempo. La canción apenas tenía un minuto y medio pero para mí decía todo lo que hay que saber sobre estar solo en el mundo.

(El detective Harry Bosch es el personaje protagonista de la serie de novelas escritas por  Michael Connelly)