lunes, 31 de marzo de 2014

TDAH y trastorno bipolar infantil





Si seleccionamos unos cuantos títulos relativos a cualquier cuestión de moda en una librería especializada en Psicología, tras su lectura, no es infrecuente llegar la conclusión de que "visto uno, vistos todos". Esto podría hacerse extensivo a otros ámbitos del conocimiento.  La gran mayoría de los autores de estos textos son expertos en la materia, pero en sus páginas se hace muy difícil encontrar una sola idea propia, algo que no sea un mero refrito de la versión oficial de los gurús (catedrático que dirige la tesis del autor, jefe del servicio de psiquiatría del que depende, o laboratorio farmaceútico de turno). No hablemos ya de cuestionar dicha versión.

Este mal endémico se hace extensivo a los medios de comunicación que propagan lugares comunes, a los políticos, que sin saber de qué hablan, legislan sobre lo divino y lo humano asesorados por las autoridades... Y, a pesar de que pueda resultar paradójico, también invade el campo del conocimiento científico.

Las estructuras sociales son monolíticas. Quien quiera progresar profesional, y sobre todo económicamente, debe respetar el orden establecido. Hay mucho negocio e intereses en juego. 

Todo ello, resulta éticamente reprochable, pero merece calificativos mucho más rotundos cuando entramos en el terreno de la salud y el bienestar de las personas,  máxime si hablamos de niños que no pueden decidir por sí mismos.

Afortunadamente, en ocasiones, encontramos un poco de aire fresco, aunque hay que saber distinguir el grano de la paja, lo cual no resulta fácil para las personas profanas, ni para muchos profesionales que desempeñan su actividad como quien profesa una religión. Esta situación se complica debido a que todo un entramado presidido por el dogmatismo conspira para acallar las voces críticas. 

Hablamos  de aunar la solidez profesional, el juicio y la independencia de criterio, de apartar los prejuicios al analizar el objeto de estudio, algo que debiera ser irrenunciable para cualquiera de que se dedique profesionalmente a estos menesteres, y más en si es en primera línea.


Es el caso del libro que quiero reseñar: "Volviendo a la normalidad. La invención del TDAH y del trastorno bipolar infantil" (Alianza Editorial). Se trata de un texto de reciente aparición, acerca de asuntos de máxima actualidad e importancia (el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y el trastorno bipolar infantil), suscrito por tres auténticos expertos en la materia, independientes y de absoluta solvencia. Un libro interesante para padres, vital para aquellos cuyos  hijos están en riesgo de ser mal diagnosticados, muy recomendable para profesionales de la educación, e inexcusable para quienes se dedican  a la psicología o la medicina.






miércoles, 26 de marzo de 2014

Psicología, Sociedad y Moral




El estudio de la moral por parte de la Psicología no parece constituir un ámbito que suscite demasiado interés, a juzgar por su escaso desarrollo si lo comparamos con otras áreas. Quizá ello constituya un reflejo de la poca relevancia de esta cuestión en nuestra sociedad.




El modelo cognitivo evolutivo del desarrollo moral de Kohlberg

Amplía y desarrolla el modelo de Piaget. El desarollo moral como una construcción activa que el sujeto realiza en interacción con el medio, y que le lleva a niveles de autonomía superior. Se centra en el análisis del juicio moral: proceso cognitivo de razonamiento para resolver dilemas morales que permite la reflexión sobre los valores, jerarquizarlos y tomar decisiones consecuencia.
Kohlberg identifica tres grandes niveles de desarrollo moral, en una concepción finalista que tiende a la perfección:

I) Preconvencional: lo correcto e incorrecto en términos de sentimientos subjetivos del sujeto. Actitud pragmática y hedonista. La conducta se juzga al margen de la intención que la motivó.

II) Convencional: énfasis en los sentimientos colectivos.  La conformidad con el grupo de referencia, el mantenimiento del orden social y cumplimiento de las leyes, son los criterios morales rectores.

III) Postconvencional: lo correcto como construcción personal del sujeto referida a principios universales de justicia, derechos naturales y respeto hacia todas las personas, inmune a cualquier tipo de revisión intersubjetiva y por encima de cualquier sentimiento personal o normativa de grupo: la moral por encima de la ley si esta va contra los derechos humanos.






Al margen de las posibles inconsistencias  de esta teoría, para lo que nos interesa en este comentario: parece existir acuerdo en que podríamos encuadrar a las personas en alguno de los estadios descritos, y si abandonamos los prejuicios al uso, admitir que lo deseable  sería alcanzar el estadio III, lo cual según la investigación ocurre en muy pocos casos. A medida que avanzamos en los estadios morales aumenta la consistencia entre juicio y conducta (lo que se piensa y lo que realmente se hace).












 Parecería juicioso exigir que las personas que pretendan aspirar a ostentar puestos con responsabilidad de gobierno en nuestra sociedad, desde los que se adoptan decisiones sobre cómo regular la vida de los demás,  hubieran alcanzado el estadio postconvencional.






 Si nos atenemos a los hechos,  al modo en que desarrollan su actividad numerosos gobernantes y responsables de las distintas instituciones políticas, educativas, sociales, etc. resulta evidente que demasiados permanecen en el estadio preconvencional, la mayoría  se mantienen en el estadio convencional, el que más valoran  los políticos también en los ciudadanos, por  lo que supone de conformismo social y acatamiento de las leyes vigentes, sin cuestionarlas, de obediencia a la autoridad. No sorprende, por ello, que las sucesivas reformas de los sistemas educativos se encaminen a reforzar las materias puramente técnicas, a formar individuos que proporcionen piezas de recambio al sistema, en detrimento de los contenidos que promueven la reflexión y la evolución moral de los alumnos, que a la postre se convertirían en ciudadanos críticos y menos manipulables. 




 El estadio postconvencional, es alcanzado según los estudios por pocas personas, y presumiblemente por menos aun entre los políticos, que si manifiestan disconformidad en sus propios partidos antes de alcanzar cotas de poder de cierta relevancia (para cuya obtención es preciso cultivar previamente la obediencia y la sumisión, real o fingida), serían expulsados de los mismos. Respecto a los postconvencionales ,al suponer una minoría crítica con la situación social, que contempla las leyes como meras convenciones susceptibles de ser mejoradas, con enorme potencial de creatividad, se hace todo lo posible desde las instituciones por evitar su acceso a los puestos de decisión, tratándolos como sujetos peligrosos para el orden social. Es decir, alcanzar este estadio de desarrollo moral está penalizado en nuestra sociedad, en la que  se prima a las personas que se mantienen en un estadio convencional de desarrollo moral, o que al menos tengan el cinismo suficiente para simularlo.


La descripción de nuestra sociedad, a grandes rasgos, desde este modelo resulta patética: un sistema político, social y económico sustentado por una gran masa social de votantes y votados, varados en los estadios preconvencional y convencional del desarrollo moral, cuya permanencia en los mismos es fomentada por la educación y por el entramado de recompensa social.  Un sector cuantitativamente irrelevante de individuos en el estadio postconvencional que, lejos de ver reconocida su valía y potencial en todos los ámbitos, son considerados por las instituciones como marginales, cuando no como meros antisistema, o en el mejor de los casos como curiosa élite cultural al margen de la realidad... ¿ De qué realidad ? 








lunes, 24 de marzo de 2014

Sueño de granito





 (...) a la derecha del macizo de Guadarrama, una región de tonos rosáceos que contrasta con los azulinos del resto de la cordillera. Esta es La Pedriza del Manzanares.


(...)


 La esterilidad de La Pedriza, la estructura de las moles rocosas que la constituyen, con el imponente despliegue de las masas en caprichoso y aterrador arabesco desde todos sus puntos de vista, hacen de esta región una especie de lugar en el que se fortalecen las energías del pensamiento."


Francisco Alcántara (pintor) Diario El Sol, 1922



























viernes, 21 de marzo de 2014

Autodeterminación





Con frecuencia, fundamentalmente debido a los prejuicios sociales que condicionan la vida de los individuos,  la profesión u ocupación de una persona constituye uno de los principales rasgos definitorios de su identidad social e incluso de su personalidad. Si tenemos en cuenta las altas tasas de paro que sufrimos en la actualidad, que pocos de   los que cuentan con un empleo lo desempeñan en la actividad deseada o para la que cuentan con capacitación, y finalmente que entre estos últimos, no es extraño que la labor profesional no aporte demasiadas satisfacciones debido a múltiples circunstancias,   es difícil sostener que  con carácter general el trabajo sea algo más que uno modo de ganarse el sustento (que no es poco), salvo para una minoría afortunada que trabaja no solo en lo que desea sino como desea.




La "Teoría de la evaluación cognitiva", presentada por Deci y Ryan (1985) como una subteoría de la "Teoría de la Autodeterminación" señala que cuando los individuos participan en una actividad que han elegido y sobre la que tienen control, mejorará la motivación intrínseca, relacionada con la necesidad de explorar el entorno, la curiosidad y el placer experimentado al desarrollar dicha actividad sin recibir una gratificación externa directa (el desarrollo de la actividad en sí constituye el objetivo y la gratificación, suscitando también sensaciones de competencia y autorrealización). La motivación intrínseca  disminuirá si existe alguna percepción de control por un  factor externo. En el polo opuesto estarían las conductas facilitadas mediante motivación extrínseca (no autodeterminadas, sino determinadas por recompensas o agentes externos). 





Resulta interesante extraer alguna conclusión de este marco teórico, mucho más amplio que lo aquí expuesto. 


De este modo, la satisfacción personal, en sentido amplio, estaría relacionada con las conductas motivadas intrínsecamente (autodeterminadas) en las  que el interés por la propia actividad y las necesidades de competencia y autorrealización subsisten incluso después de haberse alcanzado la  meta. Es importante tomar en consideración, por lo que respecta al desarrollo de cada actividad en concreto, qué es lo que la sustenta motivacionalmente, con el objetivo de poder disfrutar de ella al máximo.




Las personas que desarrollan actividades autodeterminadas con cierto nivel de implicación, autodefinirían más su propia personalidad en función de dichas actividades que en relación con su profesión "oficial",  no siendo extraño que les resulte difícil concebir su existencia y su identidad al margen de las mismas.



martes, 18 de marzo de 2014

Atardecer sobre raíles






Atardece. El sol, a punto de traspasar la línea de un horizonte definido por la autopista repleta de coches detenidos,  inunda el vagón. En el asiento, la niña, con un libro entre las manos,  vencida al fin por el sueño. Su madre guarda en la mochila los enseres escolares, a punto de deslizarse entre los dedos de la pequeña. La luz anaranjada acentúa las prematuras arrugas de su rostro.  Unas ojeras, que hace unos instantes apenas eran tan solo un bosquejo, se perfilan nítidamente por efecto de la iluminación lateral.



Ha sido otra larga jornada, similar a la de ayer, casi idéntica a la que espera mañana. Y lo peor es que todavía queda mucha tarde por delante, numerosas obligaciones que le producen un vértigo insoportable, una sensación de tedio, de cansancio infinito...




- ¡ Pobrecilla! La joven sentada en el asiento de enfrente sonríe cómplice. ¡ Demasiado madrugar!

- ¡ Qué mierda de vida! Contesta la madre. 

-  ¡Cuánta razón tienes!




- Poco tiempo nos queda para nosotras, con este ritmo. Siempre a salto de mata. 

- Todo lo que nos gustaría hacer lo vamos dejando para otro momento, contesta la chica componiendo un gesto de hastío.

- Dan ganas de salir corriendo y no parar... Responde la madre, la mirada  fija  en la lejanía incendiada por el crepúsculo.

- Quizá mañana...

- Sí. Quizá.









sábado, 15 de marzo de 2014

Collado de La Ventana



"Los mejores momentos de La Pedriza, como los de todo paisaje, son los que siguen a la desaparición del sol sobre la línea del horizonte; cuando el color se halla a punto de desaparecer de las cosas y se aproxima el instante en que (...) comienzan los misterios de la noche. La nieve de las alturas del Circo, sumidas en la sombra, adquiere un fugitivo azul de una tenuidad transparente sutilísima (...) Y apenas la noche ha suprimido las formas y el color del mundo y del paisaje, éste adquiere nuevos elementos de sensaciones hasta entonces relegadas por la luz a términos lejanos, casi subconscientes. Repentinamente, el arroyo parece haber aumentado su caudal al oírsele más fuerte e insistente; el aire trae vagos olores de esencias que emanan de excelsas lejanías silentes..."

Bernaldo de Quirós (La Pedriza del Real de Manzanares, 1923)




Sábado. Amanecer primaveral.  Se impone una jornada "pedricera", tanto para eludir a las multitudes que se disputan las, por el momento, últimas nieves de la temporada, como para prescindir del material que se precisa  para transitar por las cumbres aún  gélidas, que lastraría mi mochila en un día que invita a la ligereza. Opto por la clásica vuelta de los "Cuatro Caminos": comenzando por la "autopista" y regresando por   Los  Llanillos y el Collado del Cabrón. 


A mitad del recorrido, el sol calienta ya las piedras,  el aire es tibio, la sensación de vitalidad y energía es patente, por lo que decido ampliar el trazado previsto subiendo  al Collado de La Ventana, al que hace muchos años que no he vuelto. Al recorrer este rincón, experimento la misma emoción del descubrimiento, fijo la vista a cada paso, en cada detalle y todo me sorprende.  Un bello paraje al que me abandono:  los riscos, las luces, los olores, la vibración de la brisa, la presencia de algún animal...

En las zonas más altas, el invierno aún se resiste a replegarse, a entregar sus dominios. Aun estamos en marzo y todavía no ha dicho su última palabra.









 Los mejores escaladores de La Pedriza también disfrutan del día.












Hora de comer. También en este momento, uno de mis clásicos  de La Pedriza en temporada de invierno.