"Los mejores momentos de La Pedriza, como los de todo paisaje, son los que siguen a la desaparición del sol sobre la línea del horizonte; cuando el color se halla a punto de desaparecer de las cosas y se aproxima el instante en que (...) comienzan los misterios de la noche. La nieve de las alturas del Circo, sumidas en la sombra, adquiere un fugitivo azul de una tenuidad transparente sutilísima (...) Y apenas la noche ha suprimido las formas y el color del mundo y del paisaje, éste adquiere nuevos elementos de sensaciones hasta entonces relegadas por la luz a términos lejanos, casi subconscientes. Repentinamente, el arroyo parece haber aumentado su caudal al oírsele más fuerte e insistente; el aire trae vagos olores de esencias que emanan de excelsas lejanías silentes..."
Sábado. Amanecer primaveral. Se impone una jornada "pedricera", tanto para eludir a las multitudes que se disputan las, por el momento, últimas nieves de la temporada, como para prescindir del material que se precisa para transitar por las cumbres aún gélidas, que lastraría mi mochila en un día que invita a la ligereza. Opto por la clásica vuelta de los "Cuatro Caminos": comenzando por la "autopista" y regresando por Los Llanillos y el Collado del Cabrón.
A mitad del recorrido, el sol calienta ya las piedras, el aire es tibio, la sensación de vitalidad y energía es patente, por lo que decido ampliar el trazado previsto subiendo al Collado de La Ventana, al que hace muchos años que no he vuelto. Al recorrer este rincón, experimento la misma emoción del descubrimiento, fijo la vista a cada paso, en cada detalle y todo me sorprende. Un bello paraje al que me abandono: los riscos, las luces, los olores, la vibración de la brisa, la presencia de algún animal...
A mitad del recorrido, el sol calienta ya las piedras, el aire es tibio, la sensación de vitalidad y energía es patente, por lo que decido ampliar el trazado previsto subiendo al Collado de La Ventana, al que hace muchos años que no he vuelto. Al recorrer este rincón, experimento la misma emoción del descubrimiento, fijo la vista a cada paso, en cada detalle y todo me sorprende. Un bello paraje al que me abandono: los riscos, las luces, los olores, la vibración de la brisa, la presencia de algún animal...
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