miércoles, 26 de marzo de 2014

Psicología, Sociedad y Moral




El estudio de la moral por parte de la Psicología no parece constituir un ámbito que suscite demasiado interés, a juzgar por su escaso desarrollo si lo comparamos con otras áreas. Quizá ello constituya un reflejo de la poca relevancia de esta cuestión en nuestra sociedad.




El modelo cognitivo evolutivo del desarrollo moral de Kohlberg

Amplía y desarrolla el modelo de Piaget. El desarollo moral como una construcción activa que el sujeto realiza en interacción con el medio, y que le lleva a niveles de autonomía superior. Se centra en el análisis del juicio moral: proceso cognitivo de razonamiento para resolver dilemas morales que permite la reflexión sobre los valores, jerarquizarlos y tomar decisiones consecuencia.
Kohlberg identifica tres grandes niveles de desarrollo moral, en una concepción finalista que tiende a la perfección:

I) Preconvencional: lo correcto e incorrecto en términos de sentimientos subjetivos del sujeto. Actitud pragmática y hedonista. La conducta se juzga al margen de la intención que la motivó.

II) Convencional: énfasis en los sentimientos colectivos.  La conformidad con el grupo de referencia, el mantenimiento del orden social y cumplimiento de las leyes, son los criterios morales rectores.

III) Postconvencional: lo correcto como construcción personal del sujeto referida a principios universales de justicia, derechos naturales y respeto hacia todas las personas, inmune a cualquier tipo de revisión intersubjetiva y por encima de cualquier sentimiento personal o normativa de grupo: la moral por encima de la ley si esta va contra los derechos humanos.






Al margen de las posibles inconsistencias  de esta teoría, para lo que nos interesa en este comentario: parece existir acuerdo en que podríamos encuadrar a las personas en alguno de los estadios descritos, y si abandonamos los prejuicios al uso, admitir que lo deseable  sería alcanzar el estadio III, lo cual según la investigación ocurre en muy pocos casos. A medida que avanzamos en los estadios morales aumenta la consistencia entre juicio y conducta (lo que se piensa y lo que realmente se hace).












 Parecería juicioso exigir que las personas que pretendan aspirar a ostentar puestos con responsabilidad de gobierno en nuestra sociedad, desde los que se adoptan decisiones sobre cómo regular la vida de los demás,  hubieran alcanzado el estadio postconvencional.






 Si nos atenemos a los hechos,  al modo en que desarrollan su actividad numerosos gobernantes y responsables de las distintas instituciones políticas, educativas, sociales, etc. resulta evidente que demasiados permanecen en el estadio preconvencional, la mayoría  se mantienen en el estadio convencional, el que más valoran  los políticos también en los ciudadanos, por  lo que supone de conformismo social y acatamiento de las leyes vigentes, sin cuestionarlas, de obediencia a la autoridad. No sorprende, por ello, que las sucesivas reformas de los sistemas educativos se encaminen a reforzar las materias puramente técnicas, a formar individuos que proporcionen piezas de recambio al sistema, en detrimento de los contenidos que promueven la reflexión y la evolución moral de los alumnos, que a la postre se convertirían en ciudadanos críticos y menos manipulables. 




 El estadio postconvencional, es alcanzado según los estudios por pocas personas, y presumiblemente por menos aun entre los políticos, que si manifiestan disconformidad en sus propios partidos antes de alcanzar cotas de poder de cierta relevancia (para cuya obtención es preciso cultivar previamente la obediencia y la sumisión, real o fingida), serían expulsados de los mismos. Respecto a los postconvencionales ,al suponer una minoría crítica con la situación social, que contempla las leyes como meras convenciones susceptibles de ser mejoradas, con enorme potencial de creatividad, se hace todo lo posible desde las instituciones por evitar su acceso a los puestos de decisión, tratándolos como sujetos peligrosos para el orden social. Es decir, alcanzar este estadio de desarrollo moral está penalizado en nuestra sociedad, en la que  se prima a las personas que se mantienen en un estadio convencional de desarrollo moral, o que al menos tengan el cinismo suficiente para simularlo.


La descripción de nuestra sociedad, a grandes rasgos, desde este modelo resulta patética: un sistema político, social y económico sustentado por una gran masa social de votantes y votados, varados en los estadios preconvencional y convencional del desarrollo moral, cuya permanencia en los mismos es fomentada por la educación y por el entramado de recompensa social.  Un sector cuantitativamente irrelevante de individuos en el estadio postconvencional que, lejos de ver reconocida su valía y potencial en todos los ámbitos, son considerados por las instituciones como marginales, cuando no como meros antisistema, o en el mejor de los casos como curiosa élite cultural al margen de la realidad... ¿ De qué realidad ? 








No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tú cómo lo ves?