lunes, 5 de diciembre de 2016

Proximidad






A Mar, agradeciéndole la colaboración con su magnífico dibujo.



El camarero manipuló el grifo de la cerveza y la espuma comenzó a crecer sobre el líquido dorado, produciendo a causa de la presión un burbujeo errático que cautivó su atención durante un breve lapso.

Giró el taburete en el que estaba sentada y, apoyando los codos en la barra, contempló a los numerosos clientes del establecimiento; sobre el murmullo de sus conversaciones susurradas, el sonido nítido que fluía a través de un excelente equipo, impregnando el local de una atmósfera intimista acompasada con la cadencia melancólica de la música.

Paseó su mirada  por las mesas, dedicando una buena porción de tiempo a cada una.  Concentrados en sus respectivas charlas, nadie le prestaba atención, lo que le permitía demorarse en la observación más de lo que hubiera resultado prudente en otras circunstancias.

Confidencias a media voz, la ilusión de estar en sintonía reflejada en los gestos, unos ojos que proporcionan un precario cobijo donde guarecerse y reponer fuerzas.

Tan idílico panorama no pudo superar el escrutinio de su lucidez, casi podía ver flotar en la sala las partículas fosforescentes de egocentrismo, prejuicio, cinismo, desconfianza, fingimiento... 

Quizá era el efecto de asomarse a otras vidas  con una curiosidad aséptica, cuasi científica, que nunca flirtea con el chismorreo.

Y también está el recuerdo remoto de su pulso, desbocado en otro tiempo, y el tacto áspero del interior  de su piel tapizado de cicatrices...

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