martes, 15 de abril de 2014

El Calvario - Valle de Navalmedio


12 de abril de 2014

Hoy remontamos el valle de Navalmedio, a través del camino del Calvario, un clásico que comunica Cercedilla con el Puerto de Navacerrada. 


Cuentan las crónicas que a principios del siglo XX, antes de la inauguración del tren cremallera, el "eléctrico del Guadarrama" (12 de julio de 1923), los que pretendían alcanzar el Puerto de Navacerrada utilizaban este trazado, en el que durante los crudos días del invierno no era infrecuente asistir a la visión de  "escenas dantescas". Al poner pie en Cercedilla, era habitual la frase "ahora comienza el calvario". Una procesión de patinadores (los actuales esquiadores) y caminantes variopintos afrontaban una subida de varias horas en larga  fila india, abigarrada cuerda de presos, adentrándose en un territorio mucho menos civilizado que el que hoy conocemos.

Eran otros tiempos, otros tempos, los de los pioneros.





Idílicas imágenes del Puerto de Navacerrada en 1920, antes de su destrucción paisajística: naturaleza en todo su esplendor.











Hoy, para nosotros, el calvario se ha quedado en la ciudad, o quizá en los vanos afanes laborales, o en las palabras huecas de los políticos que siempre resuenan como el lejano eco de los trenes... En menos de dos horas, a buen paso, avistaremos la ermita de Ntra. Sra. de las Nieves. Las sensaciones que experimentamos tras afrontar los fuertes repechos, sintiendo la vida fluir a través del corazón y los pulmones, mientras contemplamos el maravilloso entorno que nos rodea, resultan, paradójicamente,  muy agradables.

En las primeras rampas echamos un vistazo al "pino de la cadena" en el que, recostado leyendo,  D. Ricardo Urgoitiz, Director del diario "El Sol" recibió en 1924 la noticia del fallecimiento de su padre. D. Ricardo, adquirió el árbol, que estaba destinado al corte, y mandó que se le ciñera una cadena que con el texto "A su querida memoria 1840-1924"   sirviera de epitafio y recuerdo de su amor filial. Periódicamente "los forestales" han ampliado los eslabones para permitir el crecimiento del tronco".





Después de coronar "el puerto", nos dirigimos a "La Bola"  en busca de las últimas nieves de la temporada... Y de una cerveza en el bar que existe en aquella zona, en terrenos de la estación de esquí, cuya fealdad y destrozos padecemos quienes preferimos los paisajes intactos. 

El tramo final, progresando por una nieve ya muy pesada, bajo el sol, se hace eterno; una vaga percepción de irrealidad, de tiempo detenido nos acecha, aligerada tan solo por alguna breve ráfaga de aire fresco.







Hagamos abstracción de los remontes, telesillas y demás lúgubres engendros, que afean un conjunto soberbio, y disfrutemos del descanso,  mientras en la lejanía del horizonte contemplamos las cumbres nevadas de Gredos, y sobre el macizo de Peñalara comienzan a materializarse ante nuestra incrédula mirada,   como expulsadas por el cráter de un misterioso volcán, unas enormes nubes cargadas de agua.

Tras comer, efectuamos la vuelta por el mismo camino. Una tormenta de primavera nos acompaña durante más de una hora. La variedad de aromas, sonidos y matices de color que exhala el bosque empapado por la copiosa lluvia,  nos colman de alegría. 

Los sobrecogedores truenos reverberando en el cordal de Siete Picos van quedando atrás y entretenidos por el espectáculo, llegamos a nuestro destino, absolutamente calados... Absolutamente felices.









No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Tú cómo lo ves?