Un alborear de ramas trémulas, el bosque desgrana su adagio improvisado de viento madera.
Nos deslizamos por las trochas: hoy somos riachuelos que brincan alegres sobre las piedras y las raíces húmedas.
Como posesos... Jóvenes caballos en jugosa braña, percusión de cascos, combustión vital. Hoy somos tenues formas vaporosas, chispas de rocío, espuma de niebla, brillo de sal tierra adentro, vuelo rasante, sutil canción de agua y luz...
Nieve feliz, libre de su prisión, rodando valle abajo...
Vehemencia del presente, riff eléctrico. A tumba abierta... Hoy somos.
Qué feliz acercamiento a la poesía! Lo celebro. A fuerza de intensidad la prosa se convierte en poesía, y esto es lo que ha sucedido.
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