viernes, 26 de junio de 2015

Fatuo afán



Hoy, mañana quizá
y la suerte de unas cuantas primaveras.
Hoy, mejor no esperar
que la vida se me escora con la espera.
Caminaré, si mi tiempo se me escapa
por las rendijas de la soledad.
Caminaré. Si no avanzo y me adormezco
es que algo estoy haciendo mal.
Caminaré. Hoy.

Y mejor no esperar
Que la vida se esfuma en la espera,
paciente pero nunca ausente,
que si espero demasiado mi tren se alejará.
Y subo a las montañas
y con arte y otras mañas
pinto piedras y consigo volar.
Eso hago, poca cosa
sólo busco el perfume en la rosa
y del mundo, caminar.


Hoy, pienso al caminar.
Caminando se me aclaran las ideas.
Hoy, espero no errar
y si yerro salga el sol por Antequera.
Caminaré, que el camino cunde tanto
que en cien vidas no lo gastaré.
Y aprenderé que aunque nunca hay vuelta atrás,
puerto y ancla no habré de perder.
Caminaré.

Y mejor respirar
que la vida sin resuello se estrecha,
viviendo sé que de prestado.
Y el que vive a su manera
no precisa ni mundo ni montera.

Y hoy, mejor se andará
si se quiere menos de lo que se espera.

(Manolo García "Caminaré")






La tenaz cuenta atrás no conocía la pausa, jamás se detendría para entender sus razones, no le otorgaría un descanso para que tratara de reconstituirse. Tal vez en este proceder se encontrara la esencia del avance, de la evolución, o quizá crecer y evolucionar constituyan casi siempre una pretensión vana.

Lo cierto es que en el fatuo afán del deseo desmedido, en la aspiración a eludir todo padecimiento, toda incomodidad incluso, se perdía la esencia de uno mismo, se desvanecía la vida, y la esperanza se diluía en un borroso sueño de la imaginación  que galopaba entre un pasado inexistente y un futuro inalcanzable...




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