miércoles, 4 de diciembre de 2013

Paella Trail



Tras la salida, un  sábado o domingo cualquiera, vuelvo a casa a comer. La proximidad de nuestras montañas, hace posible realizar un recorrido largo e intenso y regresar a mediodía, si madrugas. Ahora, voy a dedicarme a lo que para mí constituye un complemento ideal tras la actividad matinal: cocinar una paella.  

La elaboración de este clásico, en las circunstancias descritas, me supone un enorme disfrute durante sus diferentes fases. 

No entraré en prolijas descripciones acerca de la receta en sí, o sus variantes, ya suficientemente conocidas y discutidas. 


Únicamente quiero referirme a la satisfacción que experimento cuando en el fuego se materializa lo que constituye una formidable mezcla de colores, aromas y sonidos: el sofrito de los ingredientes, la carne o marisco, los vegetales… Observar como se transforman, cubrirlo todo con el caldo, el comienzo de la cocción, y por último añadir el arroz cuando todo aquello comienza a tirar en serio, en una explosión de borboteos. 

Con un buen libro en las manos, disfrutando de una copa de vino, vigilo  la evolución del proceso. Cuando el caldo se ha consumido y todos los ingredientes quedan a la vista, apaguemos el fuego, y dediquemos unos minutos a disfrutar visualmente del resultado, intercalando unas páginas más del libro. Ahora el frío es intenso en el exterior, las sensaciones de bienestar se intensifican…  

Buen Provecho.







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