miércoles, 14 de enero de 2015

Un sueño posible



“Esta caída que te anuncio es de un tipo muy especial, terrible. Es de aquellas en que al que cae no se le permite llegar nunca al fondo. Sigue cayendo y cayendo indefinidamente. Es la clase de caída que acecha a los hombres que en algún momento de su vida han buscado en su entorno algo que éste no podía proporcionarles, o al menos así lo creyeron ellos. En todo caso dejaron de buscar. De hecho, abandonaron la búsqueda antes de iniciarla siquiera.”

(El guardián entre el centeno, J.D. Salinger).








La luz fulgente que atravesaba la ventana acentuaba, punzante,  la evidencia del trampantojo, definiendo nítidamente los bordes de su ánimo encapotado.

Contó hasta tres haciendo acopio de fuerzas y abrió los ojos. A pesar de la somnolencia, de inmediato fue consciente de cómo la murria y un denso sentimiento de vacío la embargaban.

Durante una madrugada fugaz habitó en otro tiempo, a una década de distancia. En una frenética carrera se lanzó a una desesperada búsqueda por los lóbregos corredores de la memoria,  decidida a  saldar las cuentas pendientes consigo misma, a volver a jugar  una partida  perdida de antemano e intentar, sí, al menos intentarlo, variar su desenlace.

En las brumas del sueño, la utopía parecía posible. Imbuida por una suerte de desdoblamiento observaba la escena tantas veces rememorada. Omniscente, esperaba el devenir de los acontecimientos,   el momento justo de intervenir para modificar su curso, torciéndolo hasta hacerlo coincidir con sus deseos.

Pero en un instante, un reguero de pensamientos intrusos invadieron su conciencia, comenzó el análisis consciente y racional, cesó la magia. Jamás se sintió tan cerca, y sin embargo tuvo la certidumbre de que la oportunidad no se volvería a presentar. Carecía de la inocencia precisa para creer lo contrario.


A fin de escapar de la tensión que la deboraba, abandonó la cama con decisión y se dirigió presurosa a una de las estancias de la vivienda.   En el  centro de  la misma, reposaba la flamante Roland(1). Eligió para la ocasión, por su contundencia, varios temas de Led Zeppelin. Realizó las modificaciones precisas en el sistema, ajustó la ecualización en modo "on stage", se ciñó los auriculares, y tomando con firmeza las baquetas comenzó a doblar con precisión los golpes ejecutados con maestría por John Bonham (2). Una sonrisa afloró en su rostro, la impresión de estar tocando junto al grupo legendario era de una viveza sobrecogedora.

 


Una hora más tarde, tras improvisar un furioso solo final, bañada en sudor, exhausta, sintió que el vendaval que había estado a punto de asolar su estabilidad amainaba.  


Se obligó a caminar sin volver la mirada, sin atender a las voces que le parecía escuchar. Terminante, como un golpe seco al timbal... 




(1) Roland: Marca de instrumentos y accesorios musicales electrónicos. En el texto se hace referencia, en concreto, a una batería electrónica con capacidad de emular de modo fiel el sonido de una amplia gama de baterías acústicas. Este tipo de instrumentos pueden monitorizarse con auriculares no emitiendo, por lo tanto, prácticamente ruido, lo cual supone una gran ventaja.



(2) John Bonham: batería del grupo Led Zeppelin

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