Déjame, pensamiento, déjame,
mañana seré tuyo,
volveré a ser tu presa.
Pero hoy,
mientras la luz araña en los árboles y pide
una oportunidad,
quiero que me recoja la inútil primavera.
A la casa del frío
regresaré mañana, cuando el tiempo
exponga sus razones
y el corazón pregunte
lo que falta por ver,
cuántos latidos
pueden quedarle para detenerse.
(Luis García Montero)
"Déjame, pensamiento"... ciertamente, el pensamiento, a veces, nos aprisiona, no nos deja ni siquiera pensar libremente: es el pensamiento obsesivo. De otro modo (con el pensamiento libre), pensar no es menos corporal que sentir. Y mucho menos és su opuesto. Al contrario, pensando libremente puede desearse más intensamente y, viceversa: es sintiendo como podemos llegar a meditar con mayor profundidad.
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