jueves, 9 de enero de 2014

Indefensión aprendida y crisis



A finales de los 60, el psicólogo Martin Seligman realizó un experimento. Dentro de una caja de laboratorio, un perro era expuesto a shocks eléctricos que no podía evitar. En cambio, en otra caja, otro perro sí que podía interrumpir esos shocks pulsando una palanca. Más tarde, los perros eran situados sobre una superficie electrificada de la que podían escapar simplemente saltando una barrera.







El perro que había podido controlar los shocks la saltaba, mientras que el otro perro, en lugar de buscar la salida exitosa a la situación adversa, permanecía aguantando las descargas de manera pasiva. Había, pues, “asimilado” su indefensión.


A grandes rasgos, y sin entrar en los múltiples matices técnicos al respecto, Seligman define la indefensión como un estado psicológico que se produciría cuando los acontecimientos son incontrolables. Una consecuencia se define como incontrolable cuando su probabilidad de ocurrencia es la misma con independencia de las posibles respuestas del organismo (no contingente). Si cuando ocurre una respuesta la probabilidad de una consecuencia es diferente  de su probabilidad cuando la respuesta no ocurre, entonces la consecuencia sería dependiente de dicha respuesta (contingente) y se dice que es controlable. Un organismo estaría indefenso frente a una consecuencia cuando esta ocurre independientemente de todas sus respuestas voluntarias. En tal caso, el organismo elaboraría una serie de expectativas de no existencia de contingencia entre su conducta y las consecuencias de la misma en el futuro. Este tipo de expectativas se manifestaría en un triple déficit:


a)     Déficit motivacional, retraso en el inicio de respuestas voluntarias, debido a la ausencia de incentivos para ello.


b)     Déficit cognitivo, consistente en la mayor dificultad para realizar nuevos aprendizajes, mediado por la formación de cogniciones negativas sobre la relación respuesta-consecuencia que interfiere con futuros aprendizajes en los que la consecuencia sí fuera dependiente de las propias respuestas.


c)      Déficit emocional: cuando las consecuencias son traumáticas o suficientemente aversivas para el sujeto se producen una serie de desórdenes fisiológicos y conductuales característicos de de un estado de ansiedad y miedo, seguido de depresión.


El modelo inicial de la teoría de la indefensión aprendida fue reformulado posteriormente incorporando procesos de atribución de causalidad.
El siguiente vídeo  ejemplifica en un aula el paradigma experimental de la indefensión aprendida.




¿Por qué malgastar energías sabiendo que no hay salida para las situaciones adversas?


De igual modo que al perro del experimento, los gobiernos que para nuestra desgracia padecemos,  en un alarde de perversión someten a los ciudadanos a continuos shocks, que con eufemismos  denominan “ajustes”, “crisis”, de los nos impiden escapar. De nada sirven protestas, huelgas, manifestaciones…




Los medios de comunicación, cómplices e instrumentos de este programa metódico de inoculación del veneno de la indefensión, alimentan con cinismo el mensaje de que no hay otra alternativa. El propio Gobierno, se nos presenta como una víctima.

             

 Como el perro del experimento, encontraremos nuestra salida, cultivando la lucidez, el criterio propio, la reflexión personal, sin entregarnos dogmáticamente a líderes espirituales sea cual sea su índole… Así, adquiriremos una suerte de inmunización frente a estos manejos.


No les gustan los ciudadanos autónomos, prefieren los zombis programados. Si consiguen controlar aún más nuestra educación, nuestra cultura, nuestra sanidad… Nuestra vida en definitiva, habrán vencido, una vez más.


Otro horizonte es posible...


1 comentario:

¿Tú cómo lo ves?