martes, 28 de enero de 2014

Juicio y prejuicio





En ocasiones escuchamos o leemos comentarios de personas que manifiestan profundos sentimientos de insatisfacción vital. Una característica de personalidad que subyace en muchos de estos casos es el interés desmedido por agradar a toda costa a los demás, lo que llevado a sus últimas consecuencias produce una auténtica alienación y un enorme malestar del que a los afectados les resulta imposible librarse, lo cual limita y empobrece sus vidas.

Algunos acuden a la Psicología en demanda de ayuda, pero desgraciadamente, gran parte de la psicología  "oficial" ofrece como solución a través de sus intervenciones una suerte de conformismo plagado de prejuicios de toda índole que administrado por el terapeuta,  y recibido de manera pasiva por el paciente perpetúa la  situación… O en el mejor de los casos, una invitación a “ser uno mismo” contradictoria en su esencia con el carácter abierto  del planteamiento que vamos a esbozar.



Vamos a apuntar de modo muy esquemático una sugestiva vía de reflexión,  que tiene sus antecedentes filosóficos en la fenomenología y que nos ofrece una alternativa   que puede resultar liberadora.






Partimos de nuestra conciencia que, apoyada en la experiencia, ostenta el protagonismo en la constitución de la realidad, en oposición a la concepción de un mundo acabado que nos viene dado. Nuestro juicio personal y auténtico frente al prejuicio, falso, puesto que supone delegar en otros la capacidad constituyente que toda persona tiene. Desde esta concepción, podríamos definir el estar psicológicamente "sano" como  estar en el uso de la palabra, siempre a la búsqueda de la libertad personal que nadie puede conquistar por nosotros.


La raíz del infortunio humano, para ser más precisos, de los aspectos del mismo que la psicología puede tratar de solventar, está en la incompatibilidad de mis deseos y aspiraciones con los de los demás. Se trataría de una elección entre la experiencia de los otros, lo dicho, el prejuicio (juicio anterior a mi experiencia) y mi propia experiencia que fundamenta mis propios juicios.

La mayoría de los individuos, inmersos desde la infancia en los prejuicios, alcanzan tal grado de alienación que no son conscientes de sus propias experiencias,  tratando de acomodar su modo de vivir a la verificación  de aquellos, por lo que su mundo permanece así cerrado e inmóvil, por muchos años que vivan…




Se nos presenta de este modo un conflicto entre libertad o alienación, entre proyecto de vida  juicioso y personal  basado en la propia experiencia, en el sentido del propio deseo, o proyecto razonable fundamentado en el prejuicio.



Aventura total, la de la persona juiciosa que se propone realizar su proyecto de vida buscando la salida del conflicto, a la conquista progresiva  de grados  de libertad. Ello conlleva, y aquí está el primer escollo insalvable para muchos,  el rechazo por parte de todos los que no respetan, bien por ignorancia o por intereses de todo tipo, que el aventurero esté en el uso de la palabra.


Aventura de largo recorrido, en la que cada acto juicioso supone una liberación personal que nos aparta de los prejuicios que a todos nos constituyen y una modificación del "mundo objetivo" interpersonal que comienza a ser menos hostil.  Con las cartas boca arriba, manifestándonos tal cual somos, sin engaños, habremos de ser aceptados de este modo. En consecuencia, muchas relaciones quedarán atrás, otras con nuevos interlocutores que nos permitan ser nosotros, las reemplazarán. El camino de la felicidad coincidiría con el de la búsqueda de la libertad,  en una tarea siempre inconclusa para la que debemos permanecer  alerta, pues para la conciencia fenomenológica no hay nada definitivo, salvo ser consecuente con la experiencia propia.




La transformación de un mundo hostil en un mundo de compañeros, la finalidad de la ética o terapia fenomenológica: toda la libertad y la felicidad posibles.



Alienación (diccionario r.a.e.)


2. f. Proceso mediante el cual el individuo o una colectividad transforman su conciencia hasta hacerla contradictoria con lo que debía esperarse de su condición.

5. f. Psicol. Estado mental caracterizado por una pérdida del sentimiento de la propia identidad.

Bibliografía: para profundizar en estas cuestiones,  que en esta breve  introducción están trazadas con un grueso “blogchazo”, se recomienda cualquier libro de Carmelo Monedero, que fue Catedrático de Psicopatología de la Universidad Autónoma de Madrid, especialmente “Antropología y Psicología” (Pirámide, 1995).


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