domingo, 14 de septiembre de 2014

Excursión literaria... A los azules montes del ancho Guadarrama








En la "senda de los poetas", uno de los numerosos itinerarios que discurren por el corazón del valle de la Fuenfría, al pie de Siete Picos, encontramos labrados en la roca los versos iniciales de un poema que Antonio Machado dedicó tras su muerte a Francisco Giner de los Ríos.





Poesía  en memoria de quien hace más de un siglo, sintió la emoción y la intensidad de los paisajes del Guadarrama.

En las inmediaciones pueden encontrarse asimismo textos de otros autores, sin más pretensión que constituir un sencillo homenaje a la belleza de la Sierra.  Entre otros los siguientes:


 De Luis Rosales:





Las noches de Cercedilla
las llevo en mi soledad
y son ya la última linde
que yo quisiera mirar




El pozo ciego
Bien sé que la tristeza no es cristiana,
que ayer siempre es domingo y que te has ido,
ahora debo reunir cuanto he perdido,
nieve niña eras tú nieve temprana.

Jugando con el sol de la mañana,
nieve, Señor, y por la nieve herido
vuelve a sentir mi sangre su latido,
su pozo ciego de esperanza humana.

¿No era la voz del trigo mi locura?
Ya estoy solo, Señor, y ahora quisiera
ser de nieve también y amanecerte.

Hombre de llanto y de tiniebla oscura
que espera su deshielo en primavera
y esta locura exacta de la muerte.


De Leopoldo Panero:

Camino de Guadarrama,
nieve fina de febrero.
Y a la orilla de la tarde,
el pino verde en el viento.




De José García Nieto:

Afila Siete Picos en la sombra
su aguda dentellada.




De Vicente Aleixandre:




Sobre esta cima solitaria os miro,
campos que nunca volveréis por mis ojos,
piedra de sol inmensa, eterno mundo,
y el ruiseñor tan débil que en su borde lo hechiza.


(Según afirman los entendidos, lo del ruiseñor es una licencia del autor, puesto que parece ser que no habitan en la zona).


Como dejó escrito, en tono apocalíptico, Andrés Campos en uno de sus artículos: 

Abrasará la lluvia ácida el postrer pino de Valsaín. Enmudecerán la chova y el acentor. No volverá a nevar. Y el último buitre de Peñalara, señor indiscutible de las lagunas fosforescentes, les llevará a sus pollos muertos una Barbie Superstar. Ocurrirá todo eso -ya lo verán- pero a pesar de los pesares algunos seguirán subiendo al mirador de Vicente Aleixandre para otear los montes pelados y recitar los versos cincelados, por los siglos de los siglos, en un vecino cancho.


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