viernes, 1 de agosto de 2014

Celebración




El cielo se extendía opaco y denso. El sonido de los truenos, cada vez más próximo e intenso, precipitó su decisión de prescindir del mp3, la habitual compañía del jazz. Comenzaba agosto, y a modo de íntima y simbólica conmemoración, se había dispuesto para captar todos los posibles matices que la tarde le ofreciera, en una suerte de ejercicio de focalización de la conciencia. Había asumido el posible remojón con un placer anticipado, en modo alguno un inconveniente.

Rodaba por la pista que discurría paralela al río,  a contracorriente, como era su costumbre en la vida. Con deleite escuchaba el resonar del terreno bajo sus pies, los acordes de sus distintas texturas: el entrechocar de los cantos mojados desplazados por las zapatillas,  la grava ruidosa que ralentizaba su trote, el barro pegajoso y resbaladizo, las duras zonas pavimentadas...

Desde el fondo del valle los tañidos de las campanas retrotraían su imaginación durante unos instantes a otras épocas, tal era su potencial evocador, alimentadas sus fantasías por la literatura, y el cine.

Aspiraba el aire con intensidad, desmenuzando con delectación sus distintos aromas: el limo y la humedad mohosa del cauce próximo, las diferentes plantas cuyas fragancias se habían intensificado tras la lluvia matinal, los vapores insalubres de extrañas y efervescentes fermentaciones, en las zonas pantanosas del sendero...

Atravesó un estrecho pasillo de vegetación cuyas hojas le rozaron las mejillas, esquivando los insectos ocultos en la espesura, sobrevoló hileras de hormigas, caracoles de lento avance, babosas... Grandes charcos que le parecían lagos, manchas de hierba como selvas impenetrables...

Se empapó del aire fresco y borrascoso.

Ausente lo cotidiano, lo prosaico, inexistente el pasado, desconocido el concepto "futuro"...

Inmersa en una secreta celebración vital,  se notó ligera, y soñó otro tiempo, otra vida...




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