viernes, 29 de agosto de 2014

Crisis? What Crisis?






Consultó de nuevo el gps. En los últimos minutos, la pantalla retroiluminada ejercía sobre ella una suerte de poderoso magnetismo que le impedía apartar la vista: 73,2 kilómetros, 8 horas, 16 minutos, 31 segundos; 73,2 kilómetros, 8 horas, 16 minutos 35 segundos...

Alzó la mirada. El cielo comenzaba a clarear, inflamado por un resplandor de tonos burdeos. Al fondo atisbó la familiar silueta plomiza de la residencia del Ejército del Aire. Apenas dos kilómetros para concluir la prueba nocturna, en el Puerto de Navacerrada. 

El breve chaparrón que la madrugada pulverizó sobre  las resecas sendas, había liberado los primeros aromas del inminente otoño  en la Sierra, ajena como un microcosmos al inclemente verano urbano que todavía afligía a la ciudad; sus fragancias, evocadoras, impregnaban el aire.

El último tramo del camino Schmid, como siempre comentaba con los compañeros entre bromas al finalizar los entrenamientos, se hacía especialmente duro, pues a pesar de no tener gran desnivel, era una cuesta arriba continua que había que recorrer cuando ya no restaban apenas fuerzas ni ganas.

Sentía que todo el peso de su cuerpo se hallaba concentrado en sus piernas, era  la sensación familiar del final de las carreras de "ultra".

En las últimas semanas había intensificado los ejercicios de visualización que le recomendó el entrenador del club. En las primeras sesiones era escéptica acerca de lo que podía esperar de ellos, pero seducida por la convicción que ponía en sus palabras Rubén, perseveró y, a fuerza de insistencia, ahora, cuando notaba los cuádriceps pétreos, mil corrientes eléctricas recorrían sus gemelos y las plantas de los pies le transmitían con precisión las punzadas de cada grano de arena del camino, en lugar de ceder al canto de sirenas que la invitaba a parar, en su imaginación veía con total nitidez el arco luminoso de la meta con el cronómetro destellando, la desbordante euforia, la reconfortante ducha, la relajación... 

Conectó el reproductor de música y se ajustó los auriculares. Había reservado el aliento último de la batería, casi agotada, para este momento. Tenía el tema seleccionado - Another Man's Woman del disco Crisis? What Crisis? de Supertramp - una parte del cual fue cabecera durante unos cuantos años  del programa de Tve "Informe Semanal".

Constituía su aportación personal a la práctica de la visualización: emparejar una canción con las imágenes. La potencia de este condicionamiento la sorprendía siempre que se ponía de manifiesto.

Ya no notaba el dolor. Surfeando a lomos de la melodía  cruzó la línea de llegada. 

Abrió los ojos y se encontró, bajo el foco de su frontal, con la mirada brillante y emocionada de Inés, su compañera de entrenamiento lesionada, que tras abrazarla y guiar sus erráticos pasos apartándola a un lado, le ofrecía una botella de bebida isotónica... 

Ahora, las piezas sueltas de su mundo, siempre en equilibro inestable, encajaban, dotándolo de sentido...




Una investigación, desarrollada en Brasil, acerca del efecto de distintos tipos de música en las funciones vitales y el rendimiento físico de un grupo de corredores, arrojó resultados interesantes: la mayoría de los  corredores que escuchaban música antes y durante la carrera completaban el recorrido en menos tiempo que los del grupo que no escuchaba música en ningún momento.

Un resultado sorprendente: el mejor tiempo correspondió a los corredores que escuchaban música tranquila durante la carrera. Este tipo de música ayudaba además a restablecer las funciones vitales tras la prueba, como el nivel de hidratación, ritmo cardiaco, o parámetros de nutrición, de un modo más rápido.

La música, en el deporte, como en la vida, inspira, motiva y aporta fuerzas cuando parece que ya no quedan.




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